16 octubre 2007

La ruta del salmón




"Lo hemos sentido cómo se acercaba hacia nuestra habitación. Primero ha sido el rechinamiento de su cama, después el chasquido de la cerradura de la puerta, el suave rozamiento del dorso de la mano tanteando la pared para orientarse, el cloqueo de la baldosa que hace tiempo que baila cada vez que la pisamos. El niño se acerca con paso de gato huyendo de la pesadilla que ha quedado agarrada entre las sábanas. Abre la puerta y se orienta entre la respiración de los padres. Quizás sería bienvenido, pero ha ido aprendiendo que las caricias son más frágiles cuanto más sólido es el sueño. Con conciencia de intruso, nuestro hijo se emparra por el cubrecama, repta por el valle que forman los cuerpos de los durmientes, busca un agujero dónde introducirse y, con la tranquilidad de los dos calores, se recoge bien cerca de la madre y el colchón parece una superficie de azúcar hilado.

Nuestro hijo ha recorrido la ruta de los salmones cuando vuelven al pozo inicial. Por un momento nos gustaría enviarlo a su sitio. Las normas nocturnas son más estrictas que las nor­mas de día. Completamente despiertos, lo vemos entero. Ya no es un bebé. Le han crecido las pestañas, y las manos ya no están cerradas sino que los dedos se estiran sobre la almohada como lo harían los de un pianista encima del teclado. En este contacto furtivo el hijo se multiplica y el padre se divide entre el deber de la disciplina y aquella agradable tibieza en las mejillas que la llegada del hijo le provoca. La imagen de los tres en el mismo lecho hace reavivar la pulsión salvaje de los jefes de la manada. La cama ahora es una guarida y la noche es tiempo de vela. Hemos sacrificado la intimidad de los cuerpos conocidos a cambio de la música de esta respiración que ha venido a tientas de la lejanía de su habitación para poder respirar en compañía. Si algún día los padres pueden compartir los sueños con sus hijos será de esta manera y en estos momentos. Por eso no les decimos que vuelvan a su cama. Sabemos que habrá una noche en la cual seremos nosotros los que nos desvelaremos por la angustia de pesadillas. Y entonces también haremos chirriar el somier, y también haremos tambalearse la baldosa mal fijada mientras arrastramos los pies guiándonos con el dorso de la mano por la pared del pasadizo y llegaremos a su habitación vacía y allí, sin nadie que nos dé la calma imposible de los padres, echaremos de menos al pequeño intruso que aprendió a romper la noche yendo al cubil conocido y que ahora explora los cubiles infinitos de la gran aventura del crecer."

Traducción quasi literal por Jordi Gomara de:

  • Barril, J. (1999). Condició de pare (6a. edició). Barcelona: Edicions La Campana
    Capítol transcrit: La ruta del salmó, pp. 135-137
(Existe una traducción al castellano de la obra, pero yo no disponía de ella en este momento)
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Fotografías de L. Cruz i Jordi Gomara:

1. Reflejo. Narbona, Aude, Lengadòc. Verano de 2007
2. Un bicho emergiendo de la arena. Grussan, Aude, Lengadòc. Verano de 2007
3. Observando Vallromanes. Camí de Vilassar, Vallromanes. Enero de 2004
4. Mirada. En casa, Vallromanes, febrero de 2007, adaptada y retocada digitalmente del original en color durante el verano de 2007

Más fotografías de Jordi Gomara
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Este post está basado en el original publicado en ITACA2000 NEWS (blog antiguo en catalán), con el mismo título, el dia 21 d'agosto de 2005

2 comentarios:

Anónimo dijo...

buena traducción - son unas palabras maravillosas.

Jordi Gomara (itaca2000) dijo...

La verdad es que uno se muestra agradecido cuando le reconocen el trabajo. Muchas gracias, amigo.