28 marzo 2007

Sobre Madrid






Noches y camas sobre Madrid.
Caricias sin caricias. No caricias.
Espera que se hace larga, y al final
el silencio. Lo absoluto. Profundo silencio. Obscuridad.
Te busco y no te encuentro sobre Madrid.

Aluche. Noche eterna entre silencio y obscuridad. Claroscuro.
¿Quién me dirá tu nombre bajo la noche? Amor que no te conozco.
¿Quién me dirá tu cuerpo que lo siento y, sin embargo, no lo percibo?
¿Quién me dirá?
Esperé mil noches y no te encontraba.
Amor que no te encontraba sobre Madrid.

Trato de recordarte el cabello.
Solamente una nota de una sinfonía agonizante.
El silencio se hace largo y no hay caricias.
No existen las caricias.
Sólo un juego de respiraciones silenciosas.
Y algún que otro suspiro, Ay!
Pequeños movimientos apenas perceptibles.
No existen caricias sobre Madrid.

De pronto, se hace necesario abrir la ventana.
Mirar. Observar. Escudriñar.
Encender un cigarrillo y sentarse a esperar.
Algún acontecimiento inesperado, algo que no se conoce.
Algo que incluso se teme.
Puedes esperar incluso el robo de un coche.
Algo fuerte. Una sucesión de fenómenos de fuera hacia dentro.
De dentro hacia fuera. De dentro hacia dentro. Amor...
nadie te conoce sobre Madrid.

Silencio. Obscuridad. Descanso. Aliento. Paz. Sensaciones.
Pensamientos. Cuerpos contra cuerpos. Perfumes ya marchitados
de todo el día sobre las pieles, entremezclándose. Ante todo,
profunda suavidad.

No existe nadie sobre Madrid.
Sólo existimos tú y yo, aunque tú no lo notes.
Contacto fino y transparente. Célula contra célula.
Hacia los confines del Universo
escribiré tu nombre sobre papel humedecido;
aunque ni te conozco.
Conjugaré una primavera entre mis labios. Una flor.
Un pañuelo.
Así, apretado contra ti, puedo notar
tu síntesis de proteínas a nivel celular.

Sólo existe el silencio sobre Madrid.
Y un río.
Y frío, mucho frío, y un Metro que me recuerda a Barcelona.
Pero ¿qué importa? Eso está allá fuera, lejos, muy lejos.
Amor, no tengas miedo.

Cariño, pequeño y enternecedor barrio de Aluche que bien me arropaste,
no me olvides. Yo siempre recordaré
que un día dormí tu noche.


Jordi Gomara. Barcelona, enero de 1989. Efímera rosa de invierno

Del poemario original: Efímera rosa de invierno

Fotografías: Exposición de Fernando Botero en Madrid
Autores: L. Cruz (fotografías 1 y 2), Jordi Gomara (fotografías 2 y 3), Madrid, agosto de 1994

Fernando Botero
Colombia

4 comentarios:

Anónimo dijo...

yo también amo Madrid, aunque soy gallego cada vez que voy me gusta m{as. Tremenda ciudad abierta y viva.

AF dijo...

Que sepa usted que me he lo leído tres veces, y no porque no lo entendiera...

Un saludo.

Anónimo dijo...

Perfecta radiografía. Llevo un rato dándole vueltas y he decidido que basta con eso, que ni siquiera hace falta repetir lo que ya te dije hace un par de días. Y yo me quedo con esto:

"Así, apretado contra ti, puedo notar
tu síntesis de proteínas a nivel celular."

un saludo.

PD: ahora soy yo el que te dice que te estás saliendo últimamente, y no sólo con los posts sino con los comentarios que vas repartiendo. Enhorabuena, y a disfrutarlo mientras sigan estando las ganas, y cuando éstas se vayan pues nada.

Jordi Gomara (itaca2000) dijo...

Muchas gracias a todos, os debo una cerveza, jejeje.

Saludos