29 mayo 2006

Me siento tan cansado...



Me siento tan cansado que diría que soy demasiado viejo.
Me siento tan viejo que en mi “alma” solo anida un niño.
Soy tan niño que apenas llego a la copa de un árbol,
al nido de un pájaro, al pezón de tu pecho.

Me siento tan sucio que el barro de mi cuerpo ya es solo tristeza.
Vivo tan triste que los pantalones me vienen demasiado anchos.
La anchura de mi cuerpo no llega a abrazar la semilla de tu vientre,
el resorte de la ventanilla, el paragón de tu simetría.

Vivo tan asustado que la obscuridad se desnochece
temiendo mi violenta reacción carnal,
pero a menudo bebo espejismos opuestos en los confines de mi espejo;
soy ese ser pequeño y desvalido por la brutalidad del mundo,
añorando lo que nunca tuve y que nunca más tendré: el secreto de la huída,
la comprensión universal del ente, el apotegema unívoco,
la complicidad de la conspiración humana.

Vivo tan distraído y distante que olvidé que hoy debía ir a trabajar,
y me quedé en la cama, autorefugiándome, como presintiendo la lejanía del mundo.
Vivo tan llorado que mis lágrimas son perlas grises que conjuran tormentas
más allá de la humedad ancestral de los tiempos.
Simples estelas en el mar que no dicen nada acerca de la génesis del universo;
pero tampoco gran cosa sobre el origen de estos versos que escribo con dedos temblorosos,
ni de mi gran vacío existencial ante la pantalla hueca de esta computadora.

Hoy estoy sólo ante la humanidad entera,
ante la humanidad que llora, ante la humanidad que pide.
Hoy estoy sólo y sigo sin encontrar la complicidad humana,
y tú estás unos metros más allá mas no alcanzo a penetrarte.

Fotografia: http://naturalezamuerta.blogs.sapo.pt

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