11 diciembre 2005

Cansancio de siglos


El mar ruge con su desamparo mineral,
mineral y húmedo,
mineral y biológico,
ancestralmente fuerte
pero con una debilidad incierta,
con una debilidad de calles de piedra
y fanales de gas en la penumbra de los siglos.

El mar ofrece una caricia extraña,
no demasiado productiva a veces,
con una frialdad que te congela las venas
y el corazón desfallece ligeremente cuando le toca;
oleadas vírgenes, vegetalmente adormecidas,
te harán despertar de la fantasía inhabilitante
de piernas y brazos en los confines del horizonte.

El mar tiene su modo de decir,
un cuerpo traidor que rompe veleros,
sinuosamente se deja llevar del viento
y no siempre te habla al oído
pues ventricularmente puede matarte,
camaleónicamente trajina tormentas
mientras el velaje de tu vientre se ahíta de hojas secas.

El mar, no obstante, sufre de una cierta ambivalencia
ya que supuestamente puede curar heridas y ausencias,
impregnado de sol y de luna puede ofrecerte estrellas de plata
que navegan suavemente sobre su piel cristalina.

El mar es vitalmente omnipresente
y nos habilita de forma inexorable,
transmuta las esencias puras
y tiene un modo de ser bastante progresista
pues su inmovilismo es científicamente aparente.

El mar es engendrador,
actúa de manera precisa e inevitable,
y tanatòriamente siempre volverás a él,
tiene la casa en las afueras y una autopista de peaje,
y aunque te hayas instalado amuralladamente en el centro
cualquiera fin de semana puede inundar tu hogar.

El mar, sin duda, tiene un cansancio de siglos...

Jordi Gomara
. Vallromanes, 11 de diciembre de 2005. Tiempo de nieves
Traducido y adaptado del original en catalán Cansament de segles
escrito el día 29 de noviembre de 2005

***Fotografia/Il·lustració

1 comentario:

Anónimo dijo...

jordi! com va la cosa en castellà! a veure quan em visites a www.lacoctelera.com/entreri ;P Cyric-Entreri