La larga noche de la utopía
La noche es larga y hace frío, mucho frío.
Tal cosa es una evidencia que no necesita comprobación empírica alguna.
Me he levantado de la cama porque todavía no me he acostado y,
por tal motivo,
sigo fumando igual que desde el primer día.
He pensado algo que es urgente y necesario, debemos buscar abrigo.
Abrigo junto al fuego de los desvalidos, de los desmoralizados,
de los castigados por la furia de un dios irreverente y desalmado
que nos ha dejado en la cuneta del mundo.
La profecía no se acaba de cumplir nunca, porque es incumplible.
No busques nada más allá del mamoneo de los que quieren triunfar a costa de lo que sea.
Se partidizan, buscan ascuas de miseria en la robotización universal del mundo.
Y yo hasta ahí no llego, es para mí inalcanzable y hasta un desaliento.
Voy a romper las ataduras carnales con esa corrupción ideologista y malsana.
Basta ya de prepotencias banales y justificaciones intravenosas.
Datos, datos, datos, para qué tantos datos sino cambiáis el ente universal del credo.
Os amparáis en el grupo, mestizándoos hasta la médula inocua de la reverencia.
Os arrastráis detrás del líder que os mortifica hasta cansaros,
hasta cansaros de la lucha por alcanzar la gloria.
Pero la gloria está ahí mismo, frente a ti.
Inmune y de cuerpo presente como un muerto.
Como un muerto que aún no ha marchado, porque es de noche
y los cementerios tienen horario de entrada.
Y hay que fichar para morirse.
No es factible morirse a cualquier hora y exclamar:
ya estoy aquí entre la podredumbre de los que no tienen casa.
De los que no tienen casa para poder morirse algún día.
Y yo he llegado hasta aquí y no hay nadie. Nunca ha habido nadie.
Porque la peor costumbre de morirse a destiempo se da en esta época agonizante,
donde los cadáveres ya no encuentran un lugar tranquilo donde tomarse un trago.
Solamente un trago entre amigos y decir con voz ronca:
estoy aquí abrázame si quieres,
que nuestra noche es larga y fría, muy fría, eternamente fría.
El otoño ha llegado, no sé si te has dado cuenta,
pero apenas hoy han empezado a caer las hojas.
El otoño, el frío otoño del mundo, de los desamparados, de los desvalidos,
de los sin techo, de los sin manos, ni brazos para abrazar los muertos.
Los muertos están ahí esperándote, porque nunca quisiste enterrarlos
Y te esperan en vida, para que les des abrigo y les compres unos zapatos.
Pero no lloran, no gimen, solo permanecen quietos y atentos.
Esperan una respuesta, una respuesta en clave de sol.
Hoy la noche es larga, muy larga y hace frío,
¿tan sólo frío?
Jordi Gomara. Vallromanes, 5 de noviembre de 2006. Tiempo de nieves
Fotografía extraída de:
http://serbal.pntic.mec.es/~cmunoz11/homenaje.html
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