08 octubre 2007

Continuando con el velo puesto...

Como continuación a mi último post, y en relación a lo que escribió Hugo Martínez Abarca en III República .es sobre El asunto del velo -el cual me pareció bastante interesante por aportar también más materia de debate y de reflexión- aprovecho para dejar más preguntas o ideas flotando por el aire, para ver si ello también puede contribuir, como menos, a que se reflexione sobre ciertas convicciones que poseemos en nuestras culturas anglo-sajonas y latinas, sobre nuestros sistemas de creencias tan bien integrados a nivel psicológico. No quiero sentar cátedra, ni de lejos, sólo son unas pinceladas breves y al momento. Para ello parto del comentario que hice en el post de Hugo Martínez, y dejo las siguientes vivencias, los siguientes pensamientos y reflexiones:

No sólo hay profesoras vestidas de monjas. En la universidad he compartido como estudiante y he atendido como administrativo monjas con hábito que asistían así a las clases, tanto de doctorado, como de licenciatura y/o diplomatura. Os lo aseguro, en clase he tenido a más de una y la gente además las atendía casi con mayor amabilidad y respeto que a los demás compañeros; cosa increíble y que no pasa precisamente con las musulmanas que llevan velo. No ignoro por supuesto que las monjas son una cosa y el resto de mujeres otra, pero los símbolos y los fetiches siguen siendo símbolos y fetiches, tanto como inputs como outputs.

¿Islamofobia? No, yo lo llamaría directamente xenofobia, endogamia y muy mala leche. El cristianismo también es altamente machista: una chica pueda ir con minifalda, incluso asisitiendo a misa o colaborando con la iglesia, tal cosa no está mal vista ni por la misma iglesia ni por la misma sociedad; ni por supuesto por las femimistas, ni por las lesbianas ni por las lesbianas feministas, que cuando son guapas, o no -cosa hartamente relativa- también se la ponen, y lo sé por experiencia propia también.

Pero la minifalda también es un fetiche machista que se vendió en los años 60 como un paso más de la liberación de la mujer, puesto que la minifalda está ligada al concepto de mujer objeto. Fijáos, ¿por qué un chico no puede ir con minifalda? o incluso en según que contextos ¿ni siquiera en pantalón corto? ¿Tal cosa no significa que enseñar según qué partes del cuerpo está ligado a una concepción machista de nuestra cultura?

En estatus empresariales altos, la mujer puede llevar minifalda, más o menos de según que largo, escotes más o menos "provocativos", pantalones ajustados, el hombre debe llevar corbata, ropa amplia y no puede enseñar el pecho, aunque en la cultura macarrónica enseñar el pecho y llevar ropa ajustada sea distintivo de macho duro. Y si hablamos de los trabajadores y trabajadoras que no tienen cargos ejecutivos en la empresa, todavía más la mujer puede enseñar más partes de su cuerpo, incluso es visto por los ejecutivos como algo positivo; en cierto modo lo provocan si pueden. Yo trabajaba en una empresa farmacéutica donde las chicas que no tenían cargo alguno debían vestir forzosamente un uniforme con falda muy corta. Las tenistas en general juegan en minifalda (directamente con falda, vaya, pero en este caso con minifalda -aunque por dentro algunas lleven un escueto pantaloncillo, y los hombres con pantalón, corto, pero pantalón, y no generalmente ajustado). Las bailarinas sobre hielo, por ejemplo, lo hacen con minifalda. El bailarín generalmente con pantalón, ropa ajustada y enseñando el pecho en plan macarrónico.

La saltadora Allisson Stoke es famosa por su cuerpo no por su habilidad deportiva. Pero ¿por qué por su cuerpo? Fijáos bien como se viste a la mujer deportista y al hombre deportista. ¿Cómo se viste en general la mujer deportista y como acepta ser vestida? ¿Acaso tal cosa no demuestra que nuestra cultura occidental es altamente machista? Las jugadoras de voleibol visten como si estuvieran haciendo una pasarela de ropa interior; pareciera ser que el voleibol femenino incidiera más en un aspecto erótico del show que en una competición deportiva. Ojo, hablo de dos aspectos a considerar: la forma de vestir de la mujer deportista en contraposición en general a la forma de vestir del hombre deportista, y lo que ve y desea ver, presumiblemente, el hombre y la mujer cuando observan a una deportista y cuando observan a un deportista.

Estamos en un doble concepción de la idea de mostrar el cuerpo de la mujer. Si la mujer enseña el cuerpo, o parte de él, es tomado en cuenta como un paso hacia la liberación de la mujer, si lo esconde puede ser tomado como una concepción machista (por ejemplo, su novio o marido no le permite que lo enseñe, se pone pues el velo en la cabeza, para no mostrar el pelo que es un elemento erótico para varios sistemas de creencias religiosos y/o sociales y se coloca falda larga, pero no pantalón, para no enseñar las piernas que puede ser un acto de seducción y deseo hacía los demás hombres). Pero también el hombre le pide a la mujer que se ponga minifalda para presumir de su mujer como objeto, sin embargo la mujer busca generalmente otros atractivos en el hombre cuando quiere presumir de él como objeto. Tal cosa se sigue dando, aunque se disfrace a menudo. En todo caso, eso, como mínimo, sigue en la "cabeza" del hombre occidental. Por ello en el sistema de creencias machista también la falda es un elemento distintivo entre lo que puede llevar como prendas de vestir un hombre y lo que debe llevar una mujer.

Como la cosa va también de religión, pregunto: ¿Por qué motivo en la iglesia católica las monjas son inferiores en jerarquía a los curas, visten diferente, llevan también velo y no pueden oficiar misa? Sé que eso no pasa en todos los tipos de iglesia europeas, latinas y norteamericanas. Por ejemplo, en la iglesia anglicana, la mujer sacerdote oficia misa con hábito pero sin velo, con los labios y ojos pintados, como sucede en la Church Trinity de Broadway en Wall Street -en el barrio de Manhattan- monumento arquitectónico, con un cementerio monumental del siglo XVIII que sirve de jardín para los paseantes y oficinistas del lugar, incluso para llevar a cabo en sus bancos de piedra la comida del mediodía, y que os aconsejo visitar cuando tengáis la oportunidad.

Cómo lo veo: hay muchas mentes enfermas que aún creen en la invasión musulmana que nunca fue y nunca será. Lo más llamativo del cuento es que la mayoría de nosotros somos hijos e hijas de los musulmanes, baste ver nuestros apellidos mayoritariamente, especialmente los acabados en "ez" y baste ver cuántas personas con apellidos acabados en "ez" -aunque algunos catalanicen incluso su apellido cambiando la tilde abierta por la tilde cerrada, que los hay, en un intento desesperado de borrar su propio origen moro- sienten un miedo repulsivo a los árabes. Por favor, ¿en qué mundo vivimos?

No estoy justificando, por supuesto, ningún tipo de exclusión o diferencia entre hombre y mujer en la cultura musulmana y/o islámica. Sólo trato de advertir que "nuestra cultura" también vive de símbolos, fetiches, etc. que hacen claras diferencias entre hombre y mujer, entre estatus sociales, etc.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Muy cierto, la trasformaciones sociales tan deseadas han de venir por otros caminos, con otra sustancia y van a costar un esfuerzo muy diferente. Gracias por el post.
Saludos,
Daniel

Jordi Gomara (itaca2000) dijo...

¡Qué razón tienes, amigo. Gracias por el comentario y saludos.