(Aneu a la versió en català)
Aún intento comprender cuando, cómo y por qué he llegado aquí
a este sueño tan extraño donde no encuentro los límites,
los confines de mi propio pensamiento… de mi yo.
Me siento absorbido hacia mi propia ininteligibilidad como persona,
como ente socialmente individual que me formaliza,
que me sitúa en el laberinto de las sombras externas
y de mis propias entidades etéreamente energéticas y vitales
no sé si ahora introspectivas o universalmente siderales,
porque desconozco del todo si estoy aquí o más lejos,
formando parte de una abstracción unívoca o de un complejo
(que viene a ser lo mismo)
que me transporta extraorgánicamente a una unidad atemporal,
clara y distinta, donde mi propia conciencia de ser puede ser
nada más que la incomprensibilidad de entender el ente universal,
el todo, aquello platónicamente ideográfico o la materia,
la abstracción física de la metafísica del ser.
No sé si vivo en un solipsismo o en un soliloquio,
o es que me estoy volviendo loco, o tal vez vivo en otro locus,
dado que, a saber, puede haber un locus de control interno
o bien un locus de control externo o la combinación de ambos,
esa es una afirmación plausiblemente verdadera,
y ahora no sé si me están externando o internando;
nada más lejos de mi comprensión
dado que perceptiblemente no puedo afirmar nada concreto.
Lo sensitivo nos puede llevar a engaño,
tal así lo estoy comprendiendo todo de tal manera
y nada más valorar que soy una conciencia consciente de ser.
Pero es impulsivamente necesario saber que hay alguna inequivocabilidad,
y algo que tangiblemente puede ser aprehensible.
Pero estoy aquí mirando la luna y observando más allá
de la barandilla que confina mi propiedad inmobiliaria
y no veo nada más que las luces de mi pueblo
y el contorno de la cordillera que me aleja del mar
y que me sitúa en un entorno desterrado de las aguas primigénicas
o primeras, maternalmente uterinas y originarias.
Y ahora no veo ni tan sólo las sombras de los habitantes,
no sé ni siquiera si existen, ni siquiera mi perro ladra
y de mi casa y del valle sólo surge el silencio,
un silencio aplastante y pesado, un poco vacío también,
así es el silencio... vacío y lejano.
No alcanzo a ver si Victor Pàmies trabaja refranes en su computadora.
Todo ello se me antoja muy extraño y
por tal motivo, me enciendo un cigarrillo y me encancero un poco más.
Tanto da, seguro que mañana o pasado o la semana que viene será otro día.
Jordi Gomara. Vallromanes, 10 de abril de 2008. Tiempo de nieves
Fotografía: Arte i soledad. Jordi Gomara. Vallromanes, 10 de abril de 2008