08 noviembre 2005

¿Democracia real o simulada? (I)

Dejando de lado el tema de la discusión al parlamento español para aceptar a trámite o no la reforma d’estatuto d’autonomía de Cataluña –reforma que tampoco es la panacea para los ciudadanos y ciudadanas de forma individual ni colectivamente como pueblo y que, cuando sea recortado a las cortes españolas, lo será todavía menos- quería traer aquí una consideración. Tengo que decir que no entraré a hacer valoraciones de las diferentes intervenciones que se oyeron en el parlamento; sólo quiero comentar que, para mí, la delegación catalana estuvo impecable, especialmente Carod Rovira, con su carisma –este político nadie puede poner en entredicho que es un auténtico crack y con diferencias notorias respecto a otros-, Manuela de Madre jugó muy bien su papel y Artur Mas llevó a cabo también, para mí, una muy buena intervención. Duran i Lleida en algunas alusiones al PP también me gustó bastante; a pesar de todo, a veces, algo pesadito y flojo. Puigcercós, otro crack, lo que vi e oí de Herreros de ICV-EUiA también algo flojito; esperaba algo más. Duran i Lleida tiene el problema que ataca mucho a la derecha pero no sabemos nunca si él está aún más a la derecha que la misma derecha. En todo caso, ya bien que los conocemos a los de Unión Democrática, pese a que juntos con los de Convergencia Democrática hacen un tándem que “dios nos coja confesados”; el mismo día que en el parlamento español empezaba a discutirse la futura ley de educación, ya estaban los de CIU de nuevo junto al PP y ya sabemos por qué motivos: la palabra de Dios es inamovible –como para el PP la constitución española; cosa que CIU les criticaba-, aparte de defender el derecho a la elección por parte de los padres con pelas qué tipo de educación quieren que se imparta a sus hijos, etc. Siempre abogando estos de CIU por las igualdades y las libertades de las ciudadanas y ciudadanos (al revés te lo digo para que me entiendas); y es que aunque el burro se vista de seda...”

De lo que realmente quería tratar hoy, y siempre en relación al déficit democrático real en nuestra sociedad internacional, es del derecho a la independencia de los pueblos. Imaginamos que las naciones y/o los estados son similares a un grupo o a una organización determinada. Los grupos, colectivos, asociaciones, organizaciones... están compuestos por personas o por entidades diversas. Los estados están compuestos por pueblos, regiones, autonomías, nacionalidades, provincias u otros similares. Pues bien, pensemos que en España, las comunidades autónomas o las diferentes nacionalidades fueran personas o entidades que forman un grupo, el grupo denominado España. Ahora imaginemos un grupo compuesto de varios sujetos que hemos organizado una asociación, o entidades diversas que hemos conformado una organización o grupo de asociaciones. Si cualquier persona o entidad de esta organización quiere abandonarla, ¿verdad que nunca se lo impediremos ni mucho menos sería agredida por el hecho de separarse? Evidentemente que no, sino qué tipo de democracia interna ordenaría tal grupo u organización. Incluso las organizaciones jerarquizadas, como por ejemplo el ejército, no obligan siquiera a sus miembros a continuar dentro de ellas a la fuerza, las personas o entidades integrantes podan marchar cuando quieran sin ningún problema. Ahora bien, si esta organización fuera un grupo mafioso, ¿cierto que no se le permitiría a ninguna persona abandonarla? Se le amenazaría con perder la vida si quisiera ni tan sólo intentarlo; de alguna manera, esta persona se encuentra secuestrada por el grupo, se trata de lo mismo que les pasa a las chicas que son secuestradas dentro de los grupos mafiosos y obligadas, por ejemplo, a ejercer la prostitución en contra de su voluntad. Cuando era obligatorio para los hombres cumplir el servicio militar, tú no podías abandonar el ejército mientras no acabaras dicho servicio militar, porque te obligaban a cumplirlo, porque eras condicionado, porque tú no estabas allá voluntariamente, ni de forma negociada o acordada; en definitiva, estabas allá porque tenías que formar parte del ejército porque éste mandaba sobre el ciudadano, tenía la fuerza de obligarte a formar parte de él por las buenas o por las malas, de manera semejante a aquello que pudiera ser considerado un secuestro, por el motivo que se hacía en contra de tu voluntad y, la mayoría de las veces, de tu propia familia. Evidentemente, estamos hablando de formas de proceder no democráticas en absoluto.

Ahora bien, sabemos que en un grupo normal y corriente, con un funcionamiento más o menos democrático, cualquier miembro de éste puede marchar sin ningún problema. Pero es posible que si el miembro es valioso para el grupo, éste intente que aquella persona o entidad no lo abandone. Para llevar a cabo esta acción, el grupo u organización deberá intentar convencer al miembro o entidad que quiere abandonarlo que no lo haga, poniendo en práctica métodos de persuasión, que, en definitiva, generalmente consistirán en intentar una negociación que sea siempre favorable al miembro que quiere abandonar para que éste no lo haga; se le ofrecerá alguna contrapartida si no marcha del grupo. Entonces, el miembro o entidad que quiere separarse podrá imponer unas condiciones determinadas al grupo a cambio de no abandonarlo. En este punto, el grupo tendrá que valorar si esas condiciones son asumibles y en la medida que el miembro o entidad sea importante o no para el grupo. El grupo u organización aceptará o no las condiciones o propondrá a cambio otra contrapartida y, cuando menos, se entrará en una fase de negociación de tal manera que el individuo o entidad “separatista” siempre logrará algún provecho añadido si el grupo le pide su continuación en el mismo.

Observando los ejemplos anteriores podíamos entonces aceptar sin lugar a dudas la afirmación de que Cataluña y el País Vasco, por ejemplo, se encuentran secuestrados dentro del Estado Español, sino de ninguna forma se entiende que no puedan, ni de lejos, plantear una separación de dicho estado. Por otro lado, me parece desorbitadamente ridículo el hecho de que el País Vasco o Cataluña vayan a pedir limosna a las Cortes Españolas, pues cuando un miembro o entidad de un grupo u organización quiere marchar es este miembro u organización quien tiene que poner las condiciones para continuar dentro del grupo. Esto, precisamente, esto, y no otra cosa, es lo que tendrían que plantear los representantes del parlamento catalán cuando van al parlamento español: “señores y señoras si ustedes no quieren que marchemos que es lo que están dispuestos a negociar como contrapartida”. Fuera de este juego yo ya no entro; de ahí que no estoy de acuerdo con ningún estatuto de autonomía para Cataluña. Votaré que sí cuando hagan el referéndum seguramente, dependerá mucho, en cualquier caso, de lo que éste ofrezca a los ciudadanos y ciudadanas una vez sea definitivo y en la medida que haya sido negociado con entidades que nos representan. Aun así, nosotros, como pueblo, y a través de nuestros representantes, no tenemos que pedir nada, nosotros tenemos que imponer nuestras condiciones para continuar dentro del estadp español. Si este estado nos lo niega y nos impide por la fuerza abandonarlo, tendría que existir a nivel internacional algún organismo que garantizara los derechos y libertad de los países, naciones y pueblos. Pero no existe tal organismo, y no existe por el hecho que no hay una verdadera democracia y ningún “comité de garantías” que vele por los intereses, libertades y derechos de los pueblos y los/las ciudadanos/as del mundo. ¿Quien ha dicho que vivimos en una democracia? Vivimos en un totalitarismo, en una dictadura –el poder impone, el poder no negocia-, nuestra democracia es un lobo con piel de oveja.

*** Fotografía

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